miércoles, 23 de septiembre de 2015

Todo sigue igual

A veces la vida simplemente se pone del revés. Estabas arriba de pronto estás abajo. El mundo se derrumba. Parece que nada tiene sentido.
"Volveré a ser yo. No pasa nada" te dices mirándote frente al espejo. Pero sí pasa. Estás sola. Crees estar sola. Es entonces cuando sales a la calle y ves que no ha salido el sol. Hoy está nublado. Igual que ayer. Sientes rabia. ¿Por qué la gente va por ahí como si nada? ¿Por qué tienen esa sonrisa pintada en la cara? Y entonces recuerdas: "yo solía ser así". 
Vas al trabajo. Todos te miran. Todos saben qué ha pasado. Notas como sus ojos llenos de compasión se clavan en ti. Vuelves a sentir rabia. Alguien se atreve a preguntarte cómo estás y tú, como viene siendo habitual, mientes. Nadie que te pregunta qué te pasa quiere saberlo realmente. Te diriges a tu mesa. Todo sigue igual. Todo está exactamente igual a como lo dejaste antes de que te llamaran. La taza de café al lado del ordenador, junto con los informes que tendrías que haber entregado el lunes pasado. El día que tu vida cambió. 


"Es curioso" piensas. "Incluso paradójico" te repites. Si nada es igual a ayer, ¿por qué sigue todo en su sitio? Entonces despiertas. Ves que la que ha cambiado eres tú. Lo demás permanece tal y como lo dejaste cuando sonó el teléfono. "Le llamamos del hospital, es usted familiar de..." es lo único que pasa por tu cabeza una y otra vez. "Ven y dame un beso antes de irte" fue lo último que le escuchaste decir. Esas palabras que ahora recuerdas pensando que el que se ha ido es él. 
Piensas que la vida es injusta. Crees que no hay derecho. Te repites una y otra vez que nada volverá a ser como antes. Pero te obligan. Te obligan a volver a la vida que tenías con él. Vuelves a vuestra casa. Ves sus chaquetas colgadas en el perchero. En el baño sigue su cepillo de dientes esperando a ser usado de nuevo. Coges una de sus viejas camisetas. Todavía huelen a él. Y te metes en vuestra cama. Lloras. Ahogas tus penas abrazada a su almohada deseando que el tiempo retrocediese. Esperando volver al primer momento en el que, rojo de vergüenza, pronunció "te quiero".








Fuente Imagen: Pinterest.

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